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SuperConcurso

CUENTOS

La ultima cena 🥇

Faltan unos minutos para la media noche. El lugar parece una fonda de mala muerte, el olor a podredumbre inunda cada rincón, por el piso de madera, ratas pasan camino hacia sus madrigueras. Todas las mesas tienen platos sucios, pero ningún resto de comida. En la barra del lugar esta Rubén, un hombre elegante, su traje de paño y su Rolex brillan entre tanta suciedad. Al frente suyo, un plato casi terminado y una copa con whisky, a su izquierda, unos exámenes médicos nada favorables, a su derecha, una prueba de embarazo positiva que alborota más su pena. Al otro lado de la barra, un hombre delgado con la cara demacrada se acerca y lúgubremente le dice:

—Ya casi es media noche, ya es hora de terminar su plato.

Rubén levanta la cabeza, mira al hombre y con poca gana come su penúltima cucharada, suelta el cubierto y dice:

—Es injusto, siempre obre correctamente y ahora, en el mejor momento de mi vida, estoy obligado a ausentarme.

El dueño del lugar ríe y le contesta:

—No hay de qué preocuparse, usted creció con la misma ausencia y logró todo lo que quería en la vida, disfrute su último bocado.

Rubén se levanta, toma la prueba de embarazo de la barra y mientras camina a la salida, con seguridad dice:

—Se equivoca, tengo un logro más que cumplir.

Abre la puerta y se despide.

—Guárdeme el plato, me lo termino en unos años.

Diego Andres Porras

Soy la octava 🥈

—El Rey de las ratas nace cuando las colas de varias ratas se entrelazan de manera que les es imposible soltarse. Debido a su rareza, se le ha tildado de legendario, y hasta se le han conferido poderes sobrenaturales, entre ellos la capacidad de comunicarse mediante telepatía.
—¿De qué estás hablando? —preguntó mi compañero con extrañeza.
—No sé —titubeé mientras me rascaba la cabeza— fue un impulso, creo.

Realmente no sabía de dónde había venido eso. A decir verdad, nunca antes había oído nada sobre un «rey de las ratas»… pero al parecer sí lo había visto.

Minutos antes, mientras hacíamos patrulla como de costumbre desde los tejados, ví sobre la acera de enfrente movimientos extraños. Una figura, cuya forma no distinguí con claridad, se movía erráticamente de un lado a otro, como si peleara consigo misma sobre qué dirección tomar.

Tomé los binoculares para tratar de ver mejor qué era aquello, y bastó colocarlos sobre mis ojos para quedar inmóvil. Parecía una maraña enorme de pelos, de la cual sobresalían siete cabezas de rata, halando insistentemente, cada una en una dirección distinta. Sobreponiéndome, llamé a mi compañero, aunque… quizá lo llamé muy fuerte.

—Mírame… Óyeme… Observa… Escucha…—siseó una voz en mi cabeza.

Cuando volví mi mirada, esa cosa me miraba fijamente con cada uno de sus siete pares de ojos.

Todo se tiñó de rojo.

Se dice también que el Rey de las ratas, puede tomar la voluntad de quien lo mira, lo oye, lo observa, lo escucha.

Juan Pablo Herrera Avellaneda

Sin el pan y sin el queso 🥉

En una cafetería en la tarde, está Dann; Un ratón hambriento que está dispuesto a probar su plato favorito: chocolate caliente, pan y queso. Pero al observar dos dulces Ratoncitas en la esquina de la cafetería, siente que su menú se amplía. Hay tensión en el ambiente, ellas lo miran y se sientan una a cada lado de él. Su hambre pasa al segundo plato porque en la receta entra la coquetería. Una Ratoncita le habla al oído seduciéndolo; Dann se enfoca en ella. Mientras la otra Ratoncita muy sigilosamente le roba del plato parte del pan. Acto seguido lo toma del rostro para que se fije en ella; mientras su amiga le roba parte del queso por la espalda. Manita va, manita viene. Estas acciones son consecutivas lo van dejando sin comida. De pronto, las dos ratoncitas se levantan y salen del lugar. Dann aun encantado las sigue con la mirada hasta dar con la ventana de la cafetería. Ellas mientras se alejan se voltean a mirarlo con malevolencia; revelando así su verdadera forma naturaleza: Unas ratas aprovechadas. Dann gira para toparse con su plato vacío y con el estómago rugiendo de hambre reflexiona: «Por querer más de lo que ya tenía me he quedado sin el pan y sin el queso…»

Dedicado a todas esas ratas que han dejado nuestro corazón como un queso suizo… lleno de agujeros.

Jose Cabuya

El Ratón Masón 🥉

En un pequeño pueblo de ratoncitos la única regla era nunca vestirse. Boris, recién mudado, sentía curiosidad por las leyendas locales. Un día, explorando los rincones de la biblioteca, encontró un pergamino que hablaba de una secta de masones ocultos en la aldea.

Intrigado, Boris comenzó a investigar y descubrió símbolos misteriosos grabados en las paredes de edificios y patrones extraños en las calles adoquinadas.

Una noche, mientras se aventuraba por las sombras, Boris encontró una entrada subterránea. Siguió el pasadizo y quedó atónito al ver una sala iluminada por velas donde los ratones vestían túnicas y caminaban erguidos. En el altar central, un líder enigmático pronunciaba palabras en un idioma desconocido.

Con sus binoculares, Boris pudo ver dos encapuchados acercarse al líder arrastrando un ratoncito blanco desnudo. El Ratón Masón terminó el ritual y sus secuaces vistieron al ratoncito blanco. En ese instante, su mirada cambió, se irguió y reverenció al líder.

Aterrorizado, Boris escapó de la sala y corrió hacia el pueblo. Sabía que tenía que revelar la verdad y que su vida corría peligro. Al no querer causar caos, esperó despierto hasta la mañana siguiente.

Con los primeros rayos de sol, corrió hacia la casa del alcalde, quien al verlo tan agitado, le ofreció desayuno. Mientras comían, Boris le contó lo sucedido. El alcalde lo miró con una sonrisa siniestra y le dijo: Bienvenido a la secta.

Daniel Shambo

Laberinto

Desperté bañada por un rayo de luz que atravesaba los agujeros de la madera de la paredes donde me encontraba, con apenas espacio para moverme. Mi mente trataba de arrojarme recuerdos de como llegué ahí, pero la ansiedad borraba cada uno, mis respiros trataban de recordarme que debía sobrevivir, que no podía rendirme, mientras intentaba retomar la calma, mi narÍz sentía olores fuertes, para nada agradables,mientras que mis oídos se despertaban con sonidos desgarradores; no estaba sola, pero no podía ver mucho a través de los pequeños agujeros del cuarto donde me tenían. Intenté romper poco a poco la madera de un lado y logré hacer un esfuerzo por observar a pesar de la oscuridad, mis ojos lograron alcanzar a vislumbrar algo a lo lejos, como si tuviera unos binoculares, logré ver muy nítida, la sombra de un sujeto torturando a uno de nosotros ; mientras escuchaba los lamentos y viendo como iba colgando uno a uno.

Veía muchos de nosotros, nunca supe porque llegamos ahí, ¿Hicimos algo mal?, y si ¿Realmente ese era mi destino?. Eventualmente, me encontraba más cerca de esa sombra aterradora, pero no quería saber que había detrás, mi mente me invadía de varios escenarios con finales horrorosos, pero me negaba a que así fuera.

Mientras estaba inmersa en mis pensamientos, escuché un suave sonido mordiendo una de las cuerdas que me ataban, volteé y había varios ratones que estaban intentando morder cada cuerda, simultáneamente, el otro sonido se hacía cada vez más cercano.

Paola Abril

Pasillo de carnes frías

Planeaste la noche perfecta. Compraste el corte de carne que siempre recomendaban y la mejor botella de Cabernet Sauvignon que el dinero puede pagar. Salteaste los espárragos por diez minutos como decía la receta y pusiste la vajilla como si se tratase del mejor restaurante de la ciudad, pero simplemente hay cosas que no puedes anticipar.

“Creí que podría obligarme, amarte de la misma forma en que tú lo haces, pero hoy me doy cuenta de que no es así, y tengo que parar esta mentira por nuestro bien”. Al oírla decir estas palabras sientes un vacío que se llena rápidamente de rabia y dolor, el nudo en tu garganta sólo te deja preguntar por qué, ¿por qué?, ¡por qué!, mientras aún sostienes un cuchillo.

El chirrido del ratón que invade la alacena te trae de vuelta de la oscuridad que opacó tu mente y mientras se desvanece el efecto de la adrenalina, empiezas a sentir el sudor frío que pega la ropa a tu piel. Ella sigue ahí, sentada sin responder, quizás el corte en su garganta o sus ojos vidriosos puedan darte una idea de porqué.

De tus manos escurre la sangre espesa de tu víctima y solo piensas en salir corriendo de allí.

Abres la puerta trasera y bajas rápidamente las escaleras que van al patio, pero apoyas mal el pie y caes inconsciente al suelo.

Cuando abres los ojos estás de regreso en el pasillo de carnes frías. Probablemente no sea la noche para preparar lomo.

Miguel Santiago Herrera Pinzón

Sueños hechos cenizas

En un reino de leyendas y misterios, una amenaza aterradora se cernía sobre la tierra. Un dragón colosal, alimentado por la ira y el odio, había comenzado a atacar el reino sin piedad. El héroe, famoso por su coraje, enfrentó al dragón con su espada reluciente. La batalla llenó el aire de rugidos y aceros chocando.

A medida que la lucha avanzaba, el héroe notó que la ira del dragón estaba dirigida al rey. Decidió enfrentar al dragón con una estrategia arriesgada. Atacó por la espalda, aprovechando una herida previa. Cada golpe de su espada era un grito de valentía y determinación en medio del caos. La sangre del dragón fluía, pero el héroe persistió, luchando no solo por su reino, sino también por comprender la verdad detrás del odio del dragón. Finalmente, el dragón cayó ante el rey.

Después de la batalla, el rey reveló el secreto impactante: la gema, el objeto que deseaba el dragón, en realidad era el corazón del bebé del dragón. El héroe no podía creerlo, sintió remordimiento y salió del festín. No volteó atrás, ya no podía proteger a su reino, cómo podría, si cada vez que cerraba los ojos podía ver la mirada del dragón, el anhelo de su bebé, la tristeza de haberlo perdido y ser solo un premio para un rey codicioso.

Laura Satizabal

Sombras desafiantes

En un rincón sombrío del pueblo, la supervivencia era un desafío para los huérfanos Nico y Luna, quienes enfrentaban el hambre a diario. Sin embargo, su ingenio los llevó a hacer un plan poco convencional para saciar sus estómagos: observar tiendas con binoculares y planear robos de comida.

Un día, mientras espiaban, los binoculares de Nico captaron algo más que una simple travesura. Vieron a la temida bruja Eleanora raptar a un niño. Sus corazones se aceleraron ante la oscura escena. Con una mirada, comprendieron que debían intervenir, especialmente porque Eleanora era conocida por sus malévolas pociones.

Siguieron a Eleanora hasta una antigua cabaña en el corazón del bosque. A través de las rendijas de las ventanas, presenciaron un oscuro ritual. Descubrieron a otros huérfanos encerrados en jaulas y al niño secuestrado convertido en ratón por el hechizo de la bruja. Esta reía, anunciando su intención de usarlo en su poción de vida eterna.

Los corazones de los niños retumbaron con determinación. A pesar del miedo, sabían que debían actuar. Luna distrajo a Eleanora arrojando una ramita, permitiendo que Nico ingresara a la cabaña y liberara a los niños de las jaulas.

La confrontación fue intensa. Incapaces de detener directamente a la bruja, idearon un plan audaz. Utilizaron el libro de hechizos de Eleanora para revertir su propia magia. Lograron convertirla en un ratón y liberaron a los niños. Regresaron al pueblo como forasteros solitarios, pero sabían que tenían algo más valioso que la aceptación: la amistad y el coraje.

Laura Satizabal

His horrible eyes

Hello my name is Edward and this is my story

I had a lonely life, everyday at 7 am i used to take the same bus going to my job and leaving at 6 pm while eating my bad food.

One day i overslept, i was late for the bus, but i catched it. that bus was weird, it wasn’t crowded as usual, i sitted on front of a man who had horrible eyes and he was staring at me, i thought he was crazy, i felt like i had to know why he was staring at me, so i asked him (Umm hi do i have anything on my clothes? ) but nothing!.

When he standed up to leave, he moved his head towards me like he wanted me to follow him i don’t know why but i followed him

He was rushing, i was running to reach him, when he stopped there were a lot of mice run towrods us, but there was a car, i was shocked he was my brother!! brother! my dead brother!!!! it was like a funeral when trying to see who died i was like omg it was me!! how was that possible! am i dead!!! Where were that man!

but yes i died, to be more specific i killed myself after killing all my family..

This is my story I don’t know where did you find this story but the only thing i know if you are reading now you are not alive!…

Sara Mamdouh

Un queso para el camino

Nunca había estado triste y feliz al mismo tiempo. Aunque en un comienzo no lo entendía, el desprecio de estos humanos trajo algo bueno. ¿Sabes? Nunca me imaginé siendo un astronauta ratón, pero aquí estoy, en un viaje espacial a lo desconocido…

Yo no quería dejarte ir… Desde que partiste, cada noche miro al cielo buscando pistas de tu paradero. Dicen que estás en un lugar mejor, ¡Sí, qué alivio! Pero yo necesito pruebas de ello. Así que, con mis binoculares ratonescos sigo buscándote entre constelaciones. Ya descarté océanos, continentes y nubes. ¿Estás de fiesta acaso?

Tenías que verme. ¡El nuevo integrante de la tripulación! Un viaje al espacio exterior, una cabina fría y mi ilusión por reencontrarnos. Pero ya sabes como son los humanos, detectaron mi presencia y de inmediato se sintieron amenazados por mi atractivo y genialidad: «¡Largo de aquí guapo e intelectual roedor! . Dijeron. Incluso me lanzaron al infinito, ¡sin paracaídas!… JA, ¿quién necesita gravedad?

La suerte me llevo a un planeta familiar. Después de días explorando, supe que, si quería sobrevivir, el suelo sería mi único alimento. Mis sentidos se llevaron una gran sorpresa en cuanto probé un trozo del planeta. ¡Su aspecto, textura y aroma eran algo sin igual! Pero mientras más lo pruebo, no puedo evitar pensar en que pasará cuando mi pancita se llene de este satélite. ¿Es este tu último regalo para mi? Un queso para el camino, entre la inalcanzable búsqueda y la extinción total de lo que conocen como luna.

Tatiana Pachón Mejía

La pereza no sabe a parmesano

En la ciudad del queso parmesano vivía Manu, un ratoncito que siempre luchaba contra la pereza. Sus reiteradas tardanzas a la preparatoria Queso Cheddar preocupaban a sus padres y amenazaban su graduación. La mamá de Manu buscó ayuda en la sabia Doña Suegra Ratona, quien luego de observar durante días con sus binoculares al ratoncito propuso revivir el antiguo mito del «monstruo de la cama». Este no era el monstruo de la noche que se esconde bajo la cama, sino uno que atrapaba a los ratoncitos en la cama por la mañana, convirtiéndolos en parte de ella y entre más tiempo el ratoncito esté en su cama más atrapado estará.

Doña Suegra Ratona explicó que la inmunidad de la familia al monstruo se había perdido y advirtió a Manu que debía tener cuidado. Alarmado, Manu comenzó a temerle a las cobijas como si fueran trampas mortales. El miedo lo motivó a dejar de posponer su alarma y nunca más llegó tarde a clases. La historia del monstruo de las mañanas se convirtió en una lección eficaz, utilizada por otros padres para motivar a sus hijos a madrugar.

Así, Manu superó su pereza y aprendió a valorar el tiempo. Su determinación de no caer víctima del «monstruo de la cama» le permitió cumplir sus responsabilidades y llegar a tiempo a la escuela. La historia del pequeño ratoncito se convirtió en un ejemplo en la ciudad del queso parmesano, mostrando cómo el temor a lo desconocido puede ser una fuente de motivación.

Julián Calderón Córdoba